Muerte de cuna
Talvez si llegaba hasta el fondo, encontraría una respuesta. Una, una, una nada más. Retrocedería un día por cada píldora. Necesitaba muchas, sí, todas del mismo color. Talvez, si él hubiera despertado y llegado a tiempo; si ella hubiera podido vencerse a sí misma desde antes, si hubiera estado. Escarbaba en el frasco buscando otra, otra, otra. El aroma incompleto de dos manitas y el sabor de sus lágrimas que permanecían. El hospital, el frío, la mujer tan parecida a ella misma. Días, días. Su cuerpo lastimado y el hombre abrazando las sábanas que respiraban. Protección, sí, él sabía. Pero, pero debió darse cuenta, escuchar. Un momento y escuchar. Inhalar y exhalar, era tan sencillo, pero ella tan pequeñita. Inhalar, exhalar y se detuvo. Ya no había más días, se los había tragado todos. Arrojó el frasco vacío y el vacío quebró su reflejo. Se adivinó pesada hasta la cama. Uno tras otro, balanceando arrítmicamente sus piernas y brazos cansados. Su garganta anudada en píldoras y el silencio. Quería saber cómo y se dejó caer. Quería que alguien le dijera cómo es que se arrulla a una niña de sueños.
Labels: ficcional
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