y pase lo que pase

no mires hacia atrás.

descubrí el secreto de la felicidad

pero todavía no encuentro la forma de explicarlo. sé que lo descubrí pero no sé bien qué es. nada más sé que es una metáfora de un panal interno en el que encuentro todo lo que necesito. todo todo todo todo todo todo todo.

tuve la suerte

de llegar a su vida en el momento equivocado.

has estado muy callada últimamente

es que ya estoy aprendiendo a pegar mis post its por dentro de las pestañas.

me estoy dando cuenta de que puedo vivir conmigo.

-Te quiero

Yo más, yo más, yo más.

- Yo... no.

de lo que no es

cuando lo nuestro se quebró, ¿con qué me quedé? ¿conmigo? ¿y tú? ¿contigo? contigo y probablemente con un sueño acerca de mí, con uno de esos que no se recuerdan al despertar. y, ¿qué era lo nuestro? probablemente, la complicidad que nos distanciaba de los otros, lo que sigue siendo por ser ausencia, lo que ahora no es. pero, ¿qué?

pienso que los recuerdos y los sueños están hechos del mismo material, porque lo que queda al final son puros registros de lo perdido e irrecuperable, sensaciones vagas, flashazos. y eso indefinido que nos pasó, nada más fue un sueño agitado, uno de los que están hechos de inundaciones. un sueño naufragado, de esos por los que te despiertas llorando.

cualquier parecido con la realidad...

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sin nada qué hacer con este renglón vacío

por primera vez me sorprendí imitando un gesto suyo. ese que me hacía rechazarlo, ese gesto de soberbia e inconformidad, de fastidio, de vanidad terriblemente agresiva, tan grave que en el segundo inmediato me rechacé. después me di cuenta de lo inútil de reflexionar en este tipo de cosas. de lo inútil que resulta releerlo.

ahora estoy pensando que, si no hubiera visto una hora en youtube, ya estaría dormida. pero es que a veces no puedo evitar mi necesidad de recuperar algo de lo que era mío, infinitamente importante, algo tan ridículo como ver el final de dragon ball.

ahora me acordé del álbum incompleto que debe seguir debajo del colchón. con la firma de rocío y la mía porque era nuestro álbum, el que estábamos decididas a llenar, costara lo que costara y aunque las tarjetas doradas fueran difíciles de conseguir... hasta que nos fue imposible conseguir incluso las más comunes porque a la dueña de la mercería se le dio la gana no seguir invirtiendo en tarjetas de monos, como les decía mi mamá.

esos monos son para niños, decía. las cosas de los niños y de las niñas. no me decía nada cuando veía sailor moon o candy candy o heidi o sandybelle y todas esas cosas para niñas. de todas formas, yo prefería a goku.

me quedan cuarenta páginas por leer. me caigo mal cuando no entiendo la relación entre mis ideas. es que tú eres bien pinche random. lo que pasa es que los detalles pequeñitos, cotidianamente improbables son los que me construyen como una realidad absoluta. aunque este último comentario no tenga nada que ver, you know.

¿porqué g. cruzó la calle?

nunca me enseñaron a identificar las luces peligrosas porque siempre me llevaban por la banqueta. otros que me han tomado de la mano, no lo han hecho con la intención de cuidarme e incluso han simulado no conocer los discos de stop. por eso me solté, con todo y el miedo de morir atropellada.

no hay título

y tampoco hay texto.

una armadura

sin adjetivo.

desde que no tengo ganas de leer

desde que me poblé de bichos gandayas
desde que duermo por las tardes
desde que ya no subo por las escaleras
desde que no escribo nada interesante
desde que guardé mis catarinas bajo la lengua

decepción y desidia al máximo,
lástima por el patetismo de lo otro,
inteligencia emocional nula contra el amor propio de un pavo real
y las pestañas secas, muy ligeras