Él sabía, le habían dicho
que no era nada de él lo que gustaba.
Que era su sombra de noche,
las piedras bajo sus pies,
el espacio entre sus cejas,
el momento en que ya no estaba.
No era nada de él, sino espacios,
tiempos inmesurables, fantasmas.
Que era su sombra de noche,
las piedras bajo sus pies,
el espacio entre sus cejas,
el momento en que ya no estaba.
No era nada de él, sino espacios,
tiempos inmesurables, fantasmas.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home